lunes, 11 de mayo de 2009

Crítica al sistema capitalista radical. 1.12.08

En el albor de lo conocido, de lo esperado por la mente humana, se despiertan nuevas respuestas, abiertas a la interpretación de quienes formulan las preguntas. Llevados por el ánimo de conocer, no más, sino todo lo que les rodea, escudriñan, exploran, despojan de la, hasta entonces, eterna oscuridad y del anonimato natural a todo cuanto les rodea, y es entonces cuando confunden el afán de saber con la simple, vil y más ruin avaricia humana. Quieren simplificar lo complejo y complican lo simple, transfunden el valor de las cosas: basan sus vidas en una serie de estructuras de organización tan efímeras y estúpidamente complicadas que acaban por destruir sus propias vidas, sufriendo las consecuencias de unos déficits y carencias que ellos mismos han creado y no saben eliminarlos, solo alimentarlos. Déficits, que, si basasen sus vidas en los sistemas que el propio entorno que les rodea les brinda, dejarían de serlo y pasarían a convertirse en lo que, en esencia, representan: números, positivos o negativos, pero números.
En cambio, todo lo que la naturaleza es capaz de crear a partir de los números, es decir, la totalidad de las cosas inherentes a ella, también es capaz de llevarlo al plano físico, con una sutileza y precisión, que muchas veces, por no decir que pocas lo hace, ni lo percibimos, ni siquiera lo sentimos; escapa a nuestro entendimiento la belleza de lo infinito: de lo infinitamente pequeño, o grande, de lo infinitamente cercano o lejano e incluso de lo infinitamente incomprensible que es para nosotros la naturaleza, pero solo imitándola, asimilándola y siguiendo sus estructuras de organización, podremos responder a, cada vez, más preguntas sobre ella.

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